martes, 11 de enero de 2011

Pelos, patas y gatos


No escribir sobre lo que me gusta, es como dejar pasar todo por delante sin mirar.

Como empezó mi amor con los gatos, la verdad es un poco extraño decidir cuando y como, creo que es algo de siempre, pero que solo hace poco pude conocer.
Cuando niña solo tenía perros, gallinas y ovejas. Los perros de mi vida de niñez fueron "Mac", un hermoso Setter Irlandes y "Zach" un Doberman marrón precioso, creo que desde ese entonces los perros marrones se han transformado en mi debilidad, los veo y me transmiten un millón de cosas con su mirada. Las gallinas era todo un tema, eran horas de diversión en el gallineros, hasta que nos picaran -nos, porque iba con mi hermano-, las ovejas fue mucho despues, pero marcaron cosas en mi.
Pelos, muchos pelos. Patas, muchas patas distintas.

Y los gatos.

La primera historia de gatos partió con los gatos de mis amigas y amigos, cuando iba a sus casas no podía evitar hacerles cariño varios minutos, buscarlos y esperar a que me devolvieran el cariño con un ronroneo. El ronroneo es todo un cuento, debo confesar que es el mejor tranquilizante del mundo, en mis momentos de extrema rabia y euforia, son esos "prrrrrrr" eternos que me calman, me hacen aterrizar y trasladarme a un mundo donde todo es tranquilidad, todo es suave, delicioso y unico; puedo volver a respirar, relajarme y dejarme llevar; sin dudas mi mejor antidepresivo.
Mi primer gato fue todo un hito, era un tabby marrón, medio timido, muy inteligente, silencioso, intruso, maniatico de las bolsas. Es en este punto cuando empiezo a sacar cuenta de la cantidad de gatos que han pasado por mi vida, me han marcado en ciertos puntos -fuera de los respectivos rasguños- y veo que mi memoria funciona muy bien para tenerlos en mi, por que todos tuvieron algo muy especial.
Luego al vivir con mi ex, ella tenía un gato, "Spike", un peludito bicolor azul, con leucemia, pero una personalidad silenciosa única. El "Ekaitz" -que en vasco significa tormenta- fue nuestro primer gato juntas. La lista crece, aparece el Itzal -sombra en vasco-, "Oroitz" -recuerdo-, "Mia", "Tito", "Tita", "Gato", la lista crece con muchos temporales que encontraron hogar. "Fulub" una hermosa gatita calicó que apareció en mi vida con días de haber nacido, criada día y noche se convirtió en toda una belleza, que un día opto por la libertad. Hay muchos la verdad, podría escribir acerca de todos, pero para que aburrir.
Hoy tengo a "Schimmy" un tabby marron de 7 kilos, con una personalidad deliciosa, regalón cuando el quiere y muy independiente y mi "Chica" una gatita tabby rojo, con una mirada única, unos ojos miel únicos, que me entiende cuando quiero estar sola y me acompaña en mis momentos de desconsuelo, me tranquiliza con su eterno ronroneo y con sus infinitas ganas de recibir cariño.
Siento que en ningún punto de mi vida podría abandonarlos, o dejar de estar sin gatos. Se han transformado en mi punto de control, su sola presencia hace que todo valga la pena y que las cosas que en un principio se ven de lo más complicadas, se transformen en nada frente a un ronroneo o un maullido.
Por eso confieso que lo mejor son los pelos, las patas y los gatos

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martes, 11 de enero de 2011

Pelos, patas y gatos


No escribir sobre lo que me gusta, es como dejar pasar todo por delante sin mirar.

Como empezó mi amor con los gatos, la verdad es un poco extraño decidir cuando y como, creo que es algo de siempre, pero que solo hace poco pude conocer.
Cuando niña solo tenía perros, gallinas y ovejas. Los perros de mi vida de niñez fueron "Mac", un hermoso Setter Irlandes y "Zach" un Doberman marrón precioso, creo que desde ese entonces los perros marrones se han transformado en mi debilidad, los veo y me transmiten un millón de cosas con su mirada. Las gallinas era todo un tema, eran horas de diversión en el gallineros, hasta que nos picaran -nos, porque iba con mi hermano-, las ovejas fue mucho despues, pero marcaron cosas en mi.
Pelos, muchos pelos. Patas, muchas patas distintas.

Y los gatos.

La primera historia de gatos partió con los gatos de mis amigas y amigos, cuando iba a sus casas no podía evitar hacerles cariño varios minutos, buscarlos y esperar a que me devolvieran el cariño con un ronroneo. El ronroneo es todo un cuento, debo confesar que es el mejor tranquilizante del mundo, en mis momentos de extrema rabia y euforia, son esos "prrrrrrr" eternos que me calman, me hacen aterrizar y trasladarme a un mundo donde todo es tranquilidad, todo es suave, delicioso y unico; puedo volver a respirar, relajarme y dejarme llevar; sin dudas mi mejor antidepresivo.
Mi primer gato fue todo un hito, era un tabby marrón, medio timido, muy inteligente, silencioso, intruso, maniatico de las bolsas. Es en este punto cuando empiezo a sacar cuenta de la cantidad de gatos que han pasado por mi vida, me han marcado en ciertos puntos -fuera de los respectivos rasguños- y veo que mi memoria funciona muy bien para tenerlos en mi, por que todos tuvieron algo muy especial.
Luego al vivir con mi ex, ella tenía un gato, "Spike", un peludito bicolor azul, con leucemia, pero una personalidad silenciosa única. El "Ekaitz" -que en vasco significa tormenta- fue nuestro primer gato juntas. La lista crece, aparece el Itzal -sombra en vasco-, "Oroitz" -recuerdo-, "Mia", "Tito", "Tita", "Gato", la lista crece con muchos temporales que encontraron hogar. "Fulub" una hermosa gatita calicó que apareció en mi vida con días de haber nacido, criada día y noche se convirtió en toda una belleza, que un día opto por la libertad. Hay muchos la verdad, podría escribir acerca de todos, pero para que aburrir.
Hoy tengo a "Schimmy" un tabby marron de 7 kilos, con una personalidad deliciosa, regalón cuando el quiere y muy independiente y mi "Chica" una gatita tabby rojo, con una mirada única, unos ojos miel únicos, que me entiende cuando quiero estar sola y me acompaña en mis momentos de desconsuelo, me tranquiliza con su eterno ronroneo y con sus infinitas ganas de recibir cariño.
Siento que en ningún punto de mi vida podría abandonarlos, o dejar de estar sin gatos. Se han transformado en mi punto de control, su sola presencia hace que todo valga la pena y que las cosas que en un principio se ven de lo más complicadas, se transformen en nada frente a un ronroneo o un maullido.
Por eso confieso que lo mejor son los pelos, las patas y los gatos

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